Mi experiencia con Código Enigma

A veces quienes menos imaginamos son los que hacen las grandes cosas que nadie cree posibles. 
Una de las cosas que más me gustan de "echar la hueva", como le llamarían algunos, es poder encontrar grandes historias y mensajes escondidos en las películas,.  libros e imágenes, interpretaciones a las que les doy sentido y que conforman, para mí, una nueva historia.  

Hace poco vi la película Código Enigma, que cuenta la historia de Alan Turing, un matemático inglés que es considerado genio porque logró descifrar un código alemán durante la Segunda Guerra Mundial. Hasta ahí la historia suena palomera, nada extraordinario. 

El punto es que era llamado Código Enigma, además de porque así se llamaba la maquina que lo transmitía, porque tenía 159 millones de billones de posibles combinaciones. Para poder descifrarlo se requería probar una por una, lo que llevaría alrededor de 20 millones de años para poder obtener la información de un sólo ataque de la guerra. Pero lo extraordinario no está ahí, sino en que el cifrado del código cambiaba cada 24 horas. 

Es decir, que la prueba y error que tenía que hacer el equipo que se dedicaba a ello tenía que renovar energía, concentración y posibilidades cada día. No había señal más frustrante que la que marcaba el término de la jornada. 

No sé si en la vida alguien haya experimentado tanta desilusión y frustración en medio de la presión por saber a más de 3 millones de soldados muertos mientras se trataba de resolver un código de sólo tres números. Usado de manera precisa, ese código podría hacer que la guerra terminara. 

Pues bien, el control lo tiene quien sabe las cosas que otros ignoran... o como dice Turing en la película "No hay mensajes secretos, todo mundo puede ver los mensajes, pero nadie le entiende a menos que tengan la clave".

¡Bum! Y así con todo, con tus relaciones, con tu trabajo, con tus emociones, con tus pensamientos, con tu familia, con esa situación que no entiendes, con la escuela, con tu jefe, con los viajes que haces... Los mensajes siempre están ahí pero no puedes descifrarlos hasta que no tengas la clave, esa que de pronto le da sentido a todo el dolor que pudieras estar sintiendo. 

En las relaciones a veces ocurre lo mismo, las personas nunca dicen lo que piensan, aprendemos a decir otra cosa pero esperar que el otro adivine lo que quisimos decir, que descifre nuestro código. 

Los mensajes, llegan a nosotros por diferentes vías. A veces es la canción que estás escuchando, otras las personas que conoces, los libros que llaman tu atención, los eventos que ocurren cerca de ti, incluso en medio de la contemplación de la naturaleza, los mensajes están, la información está ahí, ¿puedes leerla? No se trata sólo de tus ojos, ni sólo de tu razonamiento, es la armonía de todos los elementos que te conforman.


Tú también eres un enigma. 

PD. Comenzaré a compartir aquí algunos de los mensajes que yo veo en algunos recursos con los títulos "Mi experiencia con" para que sea más fácil identificarlos. ¡Compárteme los mensajes que tú ves!