Estaba enojada con mi pasión
Uno de mis principales recuerdos es verlo nervioso a punto de ir a cubrir una posible explosión del volcán Popocatépetl. Hacía su maleta caminando de un lado a otro y no recuerdo si se lo dijo a mi mamá o a mi abuela, pero antes de irse dijo "si algo me pasa quiero que lo que tengo bla bla bla..." la verdad es que no recuerdo el diálogo preciso, sólo me quedé con esa frase...
Había riesgo, un riesgo grande, el riesgo de perder su vida y él iba ahí. Ahora mismo lo escribo y se me salen las lágrimas porque creo que en mi mente pensaba que algo debía ser mucho más grande que su vida, porque por eso tomaba esa decisión y no lo entendí entonces pero lo incorporé en mi vida.
Me volví periodista, antes de iniciar la carrera ya me gustaba escribir. Eso creo que lo saqué de mi hermano Ernesto. Lo veía por las tardes y las noches leyendo o escribiendo. Y en algún momento me empezó a gustar a mí también.
Escribía las historias que pensaba que ocurrían mientras esperaba, principalmente las que imaginaba que ocurrían en la cabeza de los demás... y debo decir que al principio eran bastante creepys... Era como imaginar los diálogos internos de la gente y eso lo escribía... Recuerdo haber escrito alguna vez sobre alguien que se lanzaba al metro y no era porque yo quisiera hacerlo, sino porque trataba de imaginar qué llevaba a una persona a ese punto...
Trabajé como periodista un tiempo en diarios de la Ciudad de México, aprendí muchísimo en sus redacciones, practiqué una y otra vez a escribir una nota, a entrevistar, a buscar fuentes, a ser rigurosa en la información que presentaba. Pasé muchos días con esa sensación que había vivido con mi tío... había un "si algo me pasa... " de manera permanente en mi mente. Así es ser periodista en México, sin importar si reporteas a la clase adinerada, los espectáculos o el narco.
Un día me cansé de ese "si algo me pasa...", dejé de estar dispuesta a que algo me pasara. Pensaba que la vida tenía que ser algo más que estar disponible full time para lo que una empresa, en este caso un periódico, necesitara. Lo dejé y me fui a trabajar a una empresa de seguridad privada.
Todo lo que antes había ido hacia afuera, mi creatividad, mi emoción, las ganas de aprender, la ilusión de ver que mis notas servían para algo... se fue hacia adentro, a la caja fuerte más profunda que hubiera dentro de mí. Ahí la seguridad era lo más importante y no debía decir dónde estaba, qué hacía, para quién, cómo... nada. El amor me había llevado ahí, pero de eso tampoco podía hablar.
Dejé el periodismo, dejé de escribir en realidad. Dejé de mostrarle al mundo lo que veía y cómo lo veía.
Platicaba con una corresponsal de guerra hace unos días y me decía "ahí hay dolor". Y sí. Hay dolor creado por mi propia expectativa de mí misma, por haber dejado de hacer frecuentemente algo que me apasionaba. Hay dolor por haber puesto en riesgo mi vida desde pequeñas hasta grandes ocasiones y que para muchos eso no fuera nada o no fuera suficiente. Hay dolor por no poder vivir unas vacaciones tranquilamente. Hay dolor por lo que como periodistas vemos, escuchamos y no trabajamos nunca internamente. Hay dolor por lo que vivimos en los medios y no elegimos decir, porque la nota no somos nosotros. Hay dolor porque me compré que mi pasión era el periodismo, pero el periodismo fue sólo la vía para acumular herramientas para escribir. Y todo eso no lo había visto nunca antes. Hasta ahora.
Estaba enojada con mi pasión que es la escritura. Pensaba que no podía conciliar el periodismo con el coaching porque los periodistas persé piensan que el coaching es una secta, ja. Para mí el coaching ha sido la mejor inversión del mundo en mí misma y me conflictuaba hablar sobre el coaching a mis ex compañeros periodistas. No, no era el periodismo el punto, es la escritura.
Así que sí, estoy en un proceso de reconciliación con mi escritura, aunque todo vaya hacia lo audiovisual, aunque pocos vayan a terminar de leer este texto, aunque en algunas partes del mundo se piense que los libros van a desaparecer o que los formatos impresos ya no sirven para nada. Cuando escribo salen fuegos artificiales de mi corazón (ecológicos eh!) y ahora puedo ver que no está peleado con el coaching, que la única que lo tenía confrontado, era yo. Todo eso lo pude ver gracias a una coach que contacté, así de la nada, por Facebook cuando apenas mi esposo y yo habíamos decidido iniciar la vida nómada digital (hace 3 meses). Creo en el coaching y un coach siempre requiere confiar en otro coach para poder mirar sus puntos ciegos.
La pregunta para ti... ¿cuál es tu verdadera pasión? ¿qué es eso que cuando lo haces salen fuegos artificiales de tu corazón? Hablaré de ese tema en mi próximo live, así que sígueme en mis redes.
Les dejo los datos de las 2 mujeres que me han ayudado a mirar este proceso, son mujeres enormes y no sé cómo he llegado a ellas, pero lo agradezco infinitamente.