¿En qué momento nos perdimos de hablar cara a cara?
Hoy tenemos celulares, facebook, instagram, correo electrónico, mensajes de texto y teléfonos, cuando yo crecí ya existían algunas de estas cosas, pero en estos días he querido remontarme a años más atrás, cuando nada de eso existía.
Algunos solemos utilizar todas esas vías para evadir hablar con alguien, en lugar de aclarar un malentendido, envíamos un correo electrónico; en lugar de terminar una relación, envíamos un mensaje de texto o whats app; en lugar de hablar en el mismo espacio de trabajo, nos escribimos por el chat.
¿Cómo era la vida antes de que todo eso existiera? ¿Cómo se construían las relaciones antes de la tecnología? ¿Cómo se aclaraban los malos entendidos? ¿Cómo se denunciaba un abuso de cualquier tipo? ¿Cómo les comunicabamos a las personas que las amabamos antes de las redes sociales?
¿En qué momento nos perdimos de sentarnos frente a frente, tomar un café, preguntar, escuchar, hablar y sanar? ¿Por qué hemos preferido alejarnos, acusar, atacar y guardar resentimiento, enojo, dolor, tristeza?
Me pongo a pensar por un instante en las historias que alguna vez me contaron mis abuelos, en las cartas que mi abuelo le enviaba a mi abuela a escondidas, en las llamadas que mi padre le hacía a mi madre a casa, en los papelitos que nos escribíamos entre amigas en la secundaria y me pongo a pensar también en lo difícil que ha sido para mí hablar cara a cara, a veces incluso con mi esposo, exponer lo que siento, lo que pienso, el momento que estoy viviendo.
Tal vez por eso me dedico al coaching, porque es uno a uno, cara a cara, explorando sin juicios y con amor, tal vez ha sido la manera de ir trabajando esos músculos que se llaman honestidad, confrontación y transparencia.
Muchas veces cuando sé que una charla importante se avecina veo que tengo dos posibilidades, la de correr o de hacer como que no veo lo que se requiere y la de enfrentarlo, hablar, transparentarme. Sé que la primera es la más fácil, pero también sé que la segunda me lleva a sanar, a crecer, a vivenciar con extrema fortuna el amor incondicional.
Toma un minuto, revisa, ¿con quién te hace falta una charla cara a cara, sin celulares, sin otras personas, sólo tú y el otro conectando con quienes verdaderamente son? ¡Prueba a crearlo y cuéntame cómo te va!
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